Tomando como base los rasgos lingüísticos, Moreno (1996: 229) sugiere una división en áreas lingüísticas que, en realidad, no es muy diferente de la del resto de la Península. Propone, por un lado, una división horizontal que separa las zonas conservadoras al norte de las innovadoras al sur, desde el punto de vista fonético. Las primeras (Guadalajara y norte de Cuenca) se caracterizan por el mantenimiento de la -s implosiva y de la palatal lateral. Las más innovadoras, Toledo, Ciudad Real y Albacete, se caracterizan por el debilitamiento y pérdida de la -s implosiva. El habla de Ciudad Real es la más próxima al habla andaluza, con aspiración de la j y confusión de las líquidas r y l, mientras que la de Albacete se asemeja a las hablas murcianas. Por otro lado, se puede proponer una división vertical que separa las provincias occidentales, de influencia leonesa (diminutivos en -in, -ino; imperativos en -i), de las orientales, en las que se percibe influencia de Aragón (consonantes antihiáticas, imperfectos en -iba) y Valencia (sobre todo en el léxico de origen catalán).
A partir precisamente de estas propuestas de Moreno y de una primera división de las hablas castellano-manchegas que encontramos en el trabajo citado (1996: 230), Hernández Muñoz (2009: 293) diferencia las seis áreas lingüísticas que listamos a continuación. Nuestros compañeros, José Ventura Agudo y Pablo Iniesta, se han basado en ellas para elaborar el mapa que encabeza esta página.
Noreste:
Centro y este de Guadalajara, Serranía de Cuenca
Noroeste:
Oeste de Guadalajara
Este:
Manchuela, corredor de Almansa, centro de Albacete
Sureste:
Campos de Hellín y Sierras de Alcaraz y del Segura
Oeste:
Oeste de Toledo y de Ciudad Real
La Mancha:
Centro y este de Toledo, La Mancha, Campo de Calatrava, Campo de Montiel, sur de Ciudad Real