Rocío Serrano Rodríguez, Universidad de Córdoba; Antonio José Carpio Camargo, Universidad de Castilla-La Mancha; Francisco Sánchez Tortosa, Universidad de Córdoba y Tamara Murillo Jiménez, Universidad de Córdoba
Desde edades tempranas, niños y niñas descubren muchos animales de lugares lejanos a través de cuentos y películas. Paradójicamente, tienen un conocimiento muy limitado, a veces nulo, sobre los animales de su entorno cercano porque están desconectados del medio natural. Por ejemplo, a través de la aclamada película de Disney El Rey León, prácticamente todos conocen a Timón y Pumba, propios de la sabana africana. Pero muy pocos conocen al meloncillo, que habita en la Península Ibérica, o el pizote de México o el coatí colorado del Cono Sur.
No solo es preocupante el desconocimiento de los niños y niñas sobre la fauna local, sino también la confusión que se genera acerca de las características de los ambientes naturales autóctonos. Esta desconexión de las personas con la naturaleza, en concreto de los más pequeños, es debida, en primer lugar, a que las sociedades se agrupan cada vez más en núcleos urbanos alejados de la naturaleza. Y en segundo lugar, a que los escolares pasan más tiempo usando las tecnologías en espacios interiores que al aire libre.
Las tres ‘e’s: Ecología, Educación y Entorno
La transición ecológica se ha convertido en un tema central en la agenda mundial debido a la creciente preocupación por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y otros problemas ambientales. Esta transición implica un cambio en la forma en que producimos, consumimos y vivimos, con el objetivo de reducir nuestra dependencia de los recursos naturales, minimizar los impactos ambientales y promover un desarrollo más sostenible.
En un contexto creciente de conciencia ambiental y de búsqueda de soluciones a problemas ecológicos, la transición ecológica también llega a la educación. Las aulas pueden ser núcleos de difusión de una buena conciencia ambiental y fomento de buenas prácticas donde el medio natural local sea un entorno de aprendizaje. Se puede así mejorar la conexión de las personas con la naturaleza y estimular el desarrollo de comportamientos y actitudes proambientales.
Embajadores de la conservación
En la infancia tenemos un sentimiento innato de proximidad al entorno natural y apego por todo lo relacionado con la naturaleza y los animales. Nuestra mente se desarrolla a través de las experiencias que vivimos: cuanto más emocionalmente intensas y satisfactorias son estas experiencias, mayor es nuestra adquisición de valores, actitudes, conocimientos y destrezas.
Si los niños y niñas están desconectados de su propio entorno natural, es complicado que puedan desarrollar valores de respeto al medioambiente, a la conservación de la naturaleza o a la sostenibilidad. De ahí que potenciar la conexión con la naturaleza desde etapas tempranas resulte fundamental para fomentar comportamientos proambientales a lo largo de la vida.
Medioambiente y métodos colaborativos
En los últimos años ha crecido el interés por el uso de técnicas didácticas basadas en dinámicas de grupos: el aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en la investigación y la ciencia ciudadana.
Son metodologías colaborativas, flexibles y variadas que pueden combinarse y ajustarse a diferentes escenarios de aprendizaje, tanto dentro como fuera del aula y donde el éxito del proyecto radica en que los y las alumnas dependan unos de otros.
Así, por ejemplo, en el proyecto de ciencia ciudadana IncluScience-Me nos acercamos a las escuelas donde la comunidad educativa es la protagonista de un proceso real de investigación científica a partir de sus propias experiencias con la fauna local.
Investigadores de infantil y primaria
La ciencia ciudadana permite a cualquier persona formar parte de un proyecto de investigación en contacto con la comunidad científica y con la naturaleza, participar activamente en la investigación, codiseñar hipótesis y materializar resultados.
Desde ese enfoque, un proyecto de ciencia ciudadana con alumnado de educación infantil y primaria aviva una nueva cultura científica más abierta e inclusiva, con mayor capacidad de responder a inquietudes compartidas socialmente y más alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Combinando metodologías de ciencia ciudadana con apoyos didácticos para el desarrollo de habilidades científicas podemos conseguir un cambio de rol: los y las alumnas dejan de ser observadores pasivos y ponen en marcha una investigación al servicio de la comunidad. Además de desarrollar un pensamiento crítico.
'Selfies’ para conocer la fauna local
En IncluScience-Me descubrimos qué mamíferos habitan los entornos naturales cercanos a los centros educativos mediante el uso de cámaras de fototrampeo que permiten monitorizar la fauna de manera discreta y no invasiva. Los animales activan una cámara fotográfica estratégicamente colocada para captar su paso y el alumnado recoge los datos, que permiten establecer periodos de actividad de los animales que viven en un determinado ecosistema, sus hábitos y comportamientos.
Tras varias semanas, recogemos las cámaras y… ¡sorpresa! ¿Qué animales habitan en nuestro entorno cercano? Ahora sí hemos podido conocer a mamíferos ibéricos como el meloncillo y el jabalí, más próximos que Timón y Pumba, qué duda cabe.
Proyectos de este tipo resultan atractivos para docentes y escolares. Concretamente escoger el tema de los animales siempre despierta curiosidad, y los niños disfrutan descubriendo la fauna autóctona mediante un proceso de investigación real y cercano.
En cuanto a las escuelas situadas en las ciudades, también es posible abordar la fauna urbana como las aves, pues existe una gran diversidad en los parques e incluso en los patios de las escuelas. Además, se pueden trabajar temas relacionados con la introducción y proliferación de especies exóticas, como por ejemplo las cotorras.
Rocío Serrano Rodríguez, Profesora del Departamento de Educación, Universidad de Córdoba; Antonio José Carpio Camargo, Postdoctoral research fellow, Universidad de Castilla-La Mancha; Francisco Sánchez Tortosa, Catedrático de Universidad, area de Zoología, Universidad de Córdoba y Tamara Murillo Jiménez, Investigadora Predoctoral, Universidad de Córdoba
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.