Antes de la crisis del COVID-19, algunas ciudades se habían planteado ya la necesidad de racionalizar el espacio público para mejorar la vida de los ciudadanos. En prácticamente todas, quitando algunas excepciones del norte de Europa, el espacio público está acaparado por la presencia del automóvil, ya sea en movimiento, ya sea estacionado. El cambio climático, los problemas ambientales y de salud de los ciudadanos fueron argumentos que permitieron dar pasos, generalmente tímidos, en esta línea que debe llevarnos hacia un cambio de paradigma, destinando más espacio público al peatón, la bicicleta y los vehículos de movilidad personal en detrimento del torpe rey de la calle, el coche.
Ahora, azotadas por el COVID, prácticamente todas las ciudades del mundo, grandes y pequeñas, en mayor o menor medida, se están transformando para recuperar el espacio necesario para posibilitar el distanciamiento físico. En ciudades medias y pequeñas como las de nuestra región es aún más sencillo, porque no son tan dependientes del vehículo privado y los grandes sistemas de transporte público como las áreas metropolitanas. Aquí, caminando y en bicicleta, prácticamente se pueden resolver la gran mayoría de las necesidades de movilidad.
Ahora que empezamos a volver a salir a la calle, no deberíamos encontrarnos con el mismo espacio público rácano con el peatón y el ciclista que teníamos antes. Necesitamos distancia física, y el espacio público reconfigurado debe ser ese Pepito Grillo que nos recuerde en todo momento: cuidado, date distancia, sepárate de los demás. Además, y al menos provisionalmente, la hostelería, un sector muy castigado por esta crisis, va a demandar más espacio público para desarrollar su actividad. Y esto pasará todos los días, no solo los fines de semana, porque el distanciamiento físico no es algo que solo sea necesario en festivos.
Es tiempo de ser valientes, de tener claras las prioridades y los objetivos, de recuperar el espacio público para las personas, aunque sea, por ahora, para que estén más holgadas. Y para que cuando volvamos a estar juntos, podamos decir, mirando atrás, que al menos algo bueno surgió de la maldita pandemia.
José M. Coronado Tordesillas.
Profesor Titular de Urbanística y Ordenación del Territorio.
Escuela técnica superior de Ing. de caminos, canales y puertos.
Universidad de Castilla – La Mancha.